PIDO GANCHO: HORACIO PUCHETTA

Una vez más me van a tener que disculpar el poco rigor periodístico expuesto en esta nota, la falta de datos concretos, de historias chequeadas. Es que no voy a hablar de una jugador hiper reconocido, es mas, si hay algún lector que no es de mi ciudad ó que no es súper amante del fútbol es muy probable que no recuerde ó ni sepa de quién estoy hablando.

Horacio Rafael Puchetta fue un centrodelantero que jugó en Atlético de Rafaela a fines de los ´80 y principos de los años ´90, tal como muestra la foto que ilustra este post donde se lo ve hincado anteúltimo de izquierda a derecha. Rapidísimo, con un olfato goleador admirable, dueño de una potencia pocas veces vista a la hora de rematar, este jugador supo destacarse tanto dentro como fuera de la cancha.

Nunca se tuvieron demasiadas certezas de donde provenía . Se sabe que llegó para reforzar el primer plantel que armó Atlético para jugar su primer Campeonato de Nacional B oriundo de la provincia de Entre Ríos y que había jugado y en gran forma en el Torneo del Interior de 1989 jugando para Patronato de Paraná. A fuerza de goles, inmediatamente se “metió a los hinchas en el bolsillo” que comenzaron a idolatrarlo y a hablar de él comentando su poca afición a los entrenamientos y a la no tan ordenada vida que llevaba.

Es que el “Pucho”, como ya le decían, tenía un amor más grande que el fútbol: la pesca, que junto a la estadía en la isla, donde se decía que había nacido, eran más que un hobbie, era casi su estilo de vida y él no se resignaba a permanecer alejado de eso y cada tanto (aunque el fixture no lo permitía) se hacía algunas escapadas que terminaban con dirigentes irascibles que lo iban a buscar para traerlo de los pelos para que se presente a jugar.

Cuenta la historia que a Puchetta le habían dado un auto en forma de pago, para que se maneje en la ciudad y como forma de incentivo y ante sus continuos desplantes un directivo del club lo amenazó con quitárselo. Muy campante, nuestro jugador se sacó la llave del bolsillo, se la entregó a este señor al mismo tiempo que le pedía que lo lleve a la terminal para tomarse el próximo micro a Paraná. Es que así era en la vida, como en la cancha, impredecible, encarador, sin miedos y gracias a ello hoy en día quedo tejida alrededor de su nombre una especie de leyenda urbana, de mito, que se contará de generación en generación.

Yo por suerte puedo decir que lo vi jugar. Que recuerdo su irascible carácter como cuando en medio de un partido se le tiró en una tijera digna del “Ancho” Peucelle al médico de Colón de Santa Fe que había osado cortar un contraataque, o cuando medio equipo de Tigre lo corrió hasta adentro del vestuario para ajusticiarlo quien sabe por qué cosa que le había dicho ó hecho a algún compañero de éstos. Pero también recuerdo sus goles, sus festejos trepado al alambrado, sus balinazos potentes y esquinados ó al ángulo que hacían delirar a la joven hinchada albiceleste ó aquél, el más importante de su carrera, que le otorgó a Atlético la permanencia en la B, cuando todavía se jugaba la “Reválida” justo ante el rival de siempre: el club Nueve de Julio.

Así que discúlpenme aquellos lectores que gustan de los datos y estadísticas que en este “Pido Gancho” no haya podido acercarles números fidedignos. Es que de Horacio Rafael Puchetta casi no hay fotos, menos videos, y mucho menos crónicas ó reportajes. Es que él optó por la tranquilidad de sus orígenes en vez de los flashes de la gloria, pero gracias a sus goles se llevó el mejor premio que puede llevarse un jugador se fútbol: el reconocimiento de la gente de Atlético, el recuerdo de los hinchas y ese eco que todavía hoy resuena en el coqueto estadio “Monumental” de barrio Alberdi y que dice:¡ Pu-Pu-chetta!, ¡Pu-Pu-chetta!, ¡Pu-Pu-chetta!