UNA DOSIS DE REALISMO PARA APRENDER
La actual Copa América nos está mostrando una dosis de realismo realmente interesante. A pesar de la rara definición de los partidos de cuartos de final, todos definidos por goleadas que no reflejan la real diferencia entre unos y otros, el resto de lo que pudimos ver es la fiel realidad: equipos como Argentina y Brasil arriba del resto con grandes jugadores y recambios de nivel, un poco más atrás México al que lo igualo con Paraguay (repito, a pesar de la goleada) y un tercer lote con Colombia, Uruguay y Ecuador que dan pelea. Y más allá... la inundación, ó el resto de los equipos.
Un caso que sigue llamando la atención es el bajo nivel de la selección uruguaya. Desde siempre este equipo se caracterizó por el buen juego que trataban de imponer dentro de la cancha y si eso no bastaba, los jugadores sacaban un plus extra, al que el mundillo futbolístico denominó “la garra charrúa” y que nos dio innumerables muestras tanto a nivel selección como de equipos de clubes de aquél país en los torneos internacionales. Pero desde principios de los años 90 a esta parte, el fútbol uruguayo ha perdido paulatinamente esa estirpe de juego-lucha y nos muestra equipos timoratos, de baja efectividad, sin referentes y con jugadores que a veces confunden valentía con juego recio. De esta forma, podemos ver como “la celeste” se devalúa poco a poco y luego de su participación en el mundial de Italia 1990, sólo ha podido ganar una Copa América en 1995 donde jugó de local y sólo pudo clasificar, en un repechaje y luego de un empate “acordado” con nuestra selección, al Mundial 2002. Muy poco para quienes fueron campeones del mundo dos veces.
El partido de ayer entre Brasil y Uruguay me dejó la sensación de un equipo que daba todo lo que tenía, el charrúa, que se esforzaba al cien por ciento, contra otro que jugaba a media máquina y apretaba el acelerador sólo cuando era estrictamente necesario, cosa que los brasileros hacen muy bien y ya están acostumbrados. Por consiguiente los celestes pudieron “arrancar” un empate y a los ojos de todos quizás ser merecedores de algo más, pero fallaron en la definición de penales y quedaron una vez más en el camino.
Para nosotros los neutrales (¿se puede ser neutral cuando juega Brasil?) nos queda la muestra de dos ejemplos; uno bueno y a seguir, Brasil que por segunda Copa consecutiva presenta equipo alternativo y llega a la final; y otro negativo: el de Uruguay, que está sufriendo los estragos de ser un país chico y con problemas económicos que repercuten en el fútbol y que poco a poco va perdiendo su prestigio. Ustedes ya saben a quien debemos tratar de imitar.
Un caso que sigue llamando la atención es el bajo nivel de la selección uruguaya. Desde siempre este equipo se caracterizó por el buen juego que trataban de imponer dentro de la cancha y si eso no bastaba, los jugadores sacaban un plus extra, al que el mundillo futbolístico denominó “la garra charrúa” y que nos dio innumerables muestras tanto a nivel selección como de equipos de clubes de aquél país en los torneos internacionales. Pero desde principios de los años 90 a esta parte, el fútbol uruguayo ha perdido paulatinamente esa estirpe de juego-lucha y nos muestra equipos timoratos, de baja efectividad, sin referentes y con jugadores que a veces confunden valentía con juego recio. De esta forma, podemos ver como “la celeste” se devalúa poco a poco y luego de su participación en el mundial de Italia 1990, sólo ha podido ganar una Copa América en 1995 donde jugó de local y sólo pudo clasificar, en un repechaje y luego de un empate “acordado” con nuestra selección, al Mundial 2002. Muy poco para quienes fueron campeones del mundo dos veces.
El partido de ayer entre Brasil y Uruguay me dejó la sensación de un equipo que daba todo lo que tenía, el charrúa, que se esforzaba al cien por ciento, contra otro que jugaba a media máquina y apretaba el acelerador sólo cuando era estrictamente necesario, cosa que los brasileros hacen muy bien y ya están acostumbrados. Por consiguiente los celestes pudieron “arrancar” un empate y a los ojos de todos quizás ser merecedores de algo más, pero fallaron en la definición de penales y quedaron una vez más en el camino.
Para nosotros los neutrales (¿se puede ser neutral cuando juega Brasil?) nos queda la muestra de dos ejemplos; uno bueno y a seguir, Brasil que por segunda Copa consecutiva presenta equipo alternativo y llega a la final; y otro negativo: el de Uruguay, que está sufriendo los estragos de ser un país chico y con problemas económicos que repercuten en el fútbol y que poco a poco va perdiendo su prestigio. Ustedes ya saben a quien debemos tratar de imitar.
Etiquetas: Actualidad; Copa América
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