miércoles, marzo 10, 2010

STRESS TÉCNICO

Abel Alvez estampando contra el piso un recipiente plástico cuando su equipo recibe un gol en el último minuto. Diego Simeone siendo tapa de Olé implorándole algo al cielo, ó al juez del partido. "Chulo" Rivoira metiendo la cabeza entre sus brazos, como queriendo no mirar, apoyado en una cartel de publicidad estática mientras se jugaba el partido y la TV se regodeaba con su primer plano. Leonardo Astrada tomándose la cabeza y despeinando aun más su crispada cabellera. Ricardo Caruso Lombardi observando el partido con el rictus típico de alguien que observa una película de terror, ó peor aún, un hecho desagradable de la vida cotidiana. Antonio Mohamed, sentado sin reaccionar, mirando sin ver, y declarando que si pierde un partido más es probable que renuncie, sin tener en cuenta que fue el mejor DT de Colón de diez años a esta parte.
Las descriptas anteriormente, son señales o evidencias, de que los Directores Técnicos no la están pasando bien actualmente en el fútbol de nuestro país. Y a esto hemos llegado, luego de un largo proceso donde, de a poco pero firmemente, la función de los entrenadores se ha ido desgastando y bastardeando, hasta llegar a lo que son hoy estos señores: simples aves de paso por los equipos, a los que en el menor tiempo posible tratarán de darle un estilo de juego, un trabajo serio y una filosofía que se verá interrumpida apenas trastabille en el camino.
No es momento de rasgarse las vestiduras. Si se llegó a este punto, es porque todos los actores del fútbol doméstico hicieron su aporte a la causa. Los hinchas con su impaciencia, los dirigentes por actuar como hinchas, los jugadores por buscar su comodidad y hasta los mismos técnicos al dejarse manosear por el sistema y ser cómplices de éste, al aceptar reglas de juego que no les quedan cómodas. Y allá va Claudio Vivas, despedido a solo tres fechas de iniciado el torneo. También Osvaldo Sosa que sale insultado de la cancha, es despedido en el vestuario y a las dos horas ya tiene reemplazante. Y están los Cagna y los Ramón Díaz que dicen estar preparados para suceder a los entrenadores de Boca y River, pero dejan en claro que hay que respetarlos y apoyarlos en su cargo.
Con semejante actualidad, es comprensible que los directores técnicos de Primera División parezcan estar al borde del infarto cada vez que juegan sus equipos, a sabiendas de que cuando éste termine, capaz que alguien lo estará esperando en el vestuario para increparlo, agredirlo, exigirle la renuncia ó simplemente echarlo como a un perro.
Se tocó fondo y es obligación de todas las partes hacer un replanteo de la situación para aflojar tensiones y poder disfrutar de lo que en definitiva no deja de ser un juego. Ya lo dijo Quique Wolf, esto es simplemente fútbol.

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