FÚTBOL GENEROSO: LA VUELTA OLÍMPICA DE SCALISE

Claudio Scalise es un jugador que surgió en Rosario Central a principios de los años ´80. Clásico wing izquierdo, dicen sus detractores que sólo sabía tirar la pelota larga y paralela a la raya, llegar al fondo y tirar el centro mientras que los que lo defienden, aseveran que "El Negro" tenía una velocidad símil Caniggia y una habilidad propia de los viejos punteros, como Houseman.

Lo cierto es que este jugador fué un iluminado por la generosidad del fútbol ya que, fanático del club que lo vió nacer, se dió el gusto de ser parte del plantel que en el año 1985 ascendió a Primera División y una temporada más tarde se consagró campeón de la máxima categoría de nuestro fútbol, campaña que ningún equipo pudo repetir hasta el día de hoy.

Pero allí no reside el hito máximo que el fútbol le otorgó a este player, porque a principios del año 1986, Scalise fue contratado durante seis meses por Boca Juniors, debido a que por la reestructuración de los torneos de AFA, los equipos de la B iban a estar ese lapso de tiempo sin jugar. En esos meses, el equipo que por entonces dirigía Mario Zanabria, participó de la hoy desaparecida Liguilla, mini torneo de ocho equipos que otorgaba una plaza para la Copa Libertadores.

En esa compentencia, Boca llegó a la final con Newell´s y, en el último partido jugado en el mismísimo Parque Independecia, se impuso con un contundente 4-1 logrando la ansiada clasificación. Al finalizar el match, el primer equipo de Boca ensayó una vuelta olímpica, y Scalise, desaforadamente se sacó su camiseta y se dió el gusto de refregarle el triunfo a los espectadores rejinegros, vestido con una camiseta de Rosario Central que llevaba debajo de su atuendo oficial.

Años más tarde, la generosidad del fútbol se olvidaría de Claudio "El Negro" Scalise, cuya carrera fue descendiendo de nivel para terminar jugando en Dougls Haig de Pergamino pero esto seguramente a él no le importa. Su corazón "Canalla" seguramente se sentirá gratificado luego de haberle permitido vivir aquel episodio que ningún hincha y jugador de Central pudo lograr, como es poder dar una vuelta olímpica en casa de su máximo rival, y cuando lo recuerde, seguramente pensará: "¡¿Quién me quita lo bailado?!".