miércoles, noviembre 15, 2006

DE VIOLENCIA, LLANTOS Y OTRAS YERBAS


Las medidas adoptadas por la AFA para frenar la violencia que se apoderó de las canchas en estos últimos tiempos parecen, tal cual dije en el post anterior, un simple parche que solo servirá para llegar más o menos tranquilos al final del Torneo, irnos de vacaciones con un campeón, dejar el calendario en orden y para que los implicados en los hechos recapaciten un poquito, se calmen y vuelvan a los estadios allá por Febrero del 2007 a hacer de las suyas.

El problema de la violencia y de los "barrabravas" no es nuevo, y con el tiempo nos acostumbramos a convivir con eso. Yo recuerdo al mismísimo Diego Maradona contando por TV, muy suelto de cuerpo y en medio de las risotadas propias y de los que lo acompañaban, la vez que "barras" de Boca habían ido a "apretar" al equipo para exigirle resultados, buen juego y colaboraciones monetarias, mostrando armas y no dejando hablar ni siquiera al capitán del plantel. Ese hecho fué en el año 1981, y ahora nos asombramos cuando mafiosos hinchas de Gimnasia van hasta el lugar de concentración del propio equipo para exigirles que vayan a menos y pretendemos que los jugadores confiesen, den la cara y hagan el trabajo que no hicieron durante veinticinco años los dirigentes, la policía, el gobierno y la justicia.
Las consecuencias de aquella inacción, las estamos viviendo hoy. Con una ola de violencia que se parece a una bola de nieve que viene de lejos, se va agrandando cada vez más y arrasa con todo lo que tiene a su paso, el fútbol argentino está en jaque y quienes lo dirigen ó participan de él no saben como salir de la situación.
"Nos rompimos el culo todo el año, y perdemos el título en un escritorio" se quejaba por enésima vez en el año Daniel Pasarella y todos lo tildaban de llorón. Y tienen razón los que lo critican porque él es un cómplice más de los violentos que alguna vez lo fueron a apretar y le cortaron la cara en una pelea, aunque después les regaló una bandera gigante y no dijo nada cuando meses atrás le tajearon los neumáticos del auto. Passarella es sólo un ejemplo, todos los protagonistas están más o menos implicados y de todos depende que ésto tenga solución.
Es hora de sacarse la careta, de dejar de hablar cuando nos conviene, de dejar la hipocresía de lado. El que calla otorga dice el refrán y el fútbol argentino viene callando y haciéndose el distraído desde hace muchos años y la peor consecuencia es la que pagaremos todos: no poder ir a la cancha, la escencia de todo fan, ó peor aún, la suspensión por tiempo indeterminado de la actividad.
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