EL HALO DE LA SUERTE

“Algunos nacen con estrella y otros estrellados” decía mi amigo Guido Pérez mientras seleccionaba quien entraba y quien no en la puerta de una importante disco del barrio de Congreso en Buenos Aires allá por al año 1993.

A pesar del poco seso y criterio de este patovica, ya que me dejaba pasar y hasta sin pagar, su frase predilecta encerraba algún dejo de verdad que yo luego de una de aquellas desenfrenadas noches, mentalmente analizá y apliqué al fútbol y me llevó a pensar en esos jugadores que no sólo les basta con tener condiciones si no que también se ven permanentemente favorecidos por la diosa fortuna.

Y hete aquí mis conclusiones, con el top tres de jugadores suertudos del fútbol argentino que yo halla visto alguna vez:

Puesto 3 - Ezequiel Medrán: El hoy arquero suplente de Belgrano de Córdoba asomó a la primera de Atlético de Rafaela allá por el año 2002. El por entonces DT albiceleste, el inefable Cachín Blanco, solicitaba a gritos la adquisición de un arquero pero los dirigentes no le dieron el gusto y tuvo que arreglarse con lo que tenía que no era otro en cuestión que nuestro protagonista.
Pero “Eze” se destapó haciendo una brillante campaña, siendo figura en varios encuentros gracias a sus reflejos y cuando éstos no alcanzaban, a la suerte que milagrosamente desviaba la pelota hacia los palos y travesaños ó yéndose desviada en yerros totalmente imposibles e inusuales.
Medalla de bronce de la suerte para él.

Puesto 2 – Martín Palermo: este centrodelantero poco dúctil conquistó goles increíblemente suertudos, pegándole con el culo, con la rodilla ó con el pecho, la pelota entraba igual.
Imposible olvidar aquél que le hizo a River jugando para Boca y que definió un partido pegándole de 30 metros y que la pelota picó justo antes de llegar a las manos del arquero pasándole por arriba de éstas e ingresando al arco; ó aquel otro ante el mismo rival cuando regresaba de un parate de seis meses por lesión y la pelota le quedó servidita dentro del área sin nadie que lo moleste dándole tiempo para acomodarse, girar, peinarse, saludar para la foto, atarse los cordones, patear y ubicarla lejos del arquero.
Por su ocote: medalla de plata.

Puesto 1 – Ramón Díaz: siempre en el lugar justo tanto dentro como fuera de la cancha. Nacido en La Rioja viajó de chico a Buenos Aires y jugando en un campito lo vió un reclutador de River Plate, donde hizo todas las inferiores llegando a primera con la suerte de marcar un gol cada vez que le tocaba ingresar en reemplazo de algún jugador titular.
Su buena performance lo llevó a Europa y a su regreso al país lo encuentra a su coterráneo Carlos Menem como Presidente de la Nación que se encargó de apañarlo y protegerlo para que sea titular y para a su retiro transformarse en DT de los millonarios.
En ese puesto hizo también gala de su suerte, enhebrando una serie de triunfos, que nadie sabía explicar ya que jugaban decididamente mal, que le valió la conquista de la Copa Libertadores 1996 y la serie de tricampeonatos con el plus de que jugador que hacía entrar por algún cambio, marcaba un gol.
Por la suerte que trascendió las canchas y por estar en el lugar justo, en el momento indicado: medalla de oro.

Suerte, fortuna, tarro, ojete, ocote. Díganle como quieran, pero no nieguen que tanto en el fútbol como en todos los órdenes de la vida está presente. Tal como decía mi amigo Guido Pérez mientras repartía mamporros en la puerta de los boliches top.