CAUDILLOS
Corría el año 1950, cuando instantes antes de comenzarse a jugar la final del Campeonato Mundial que el local y máximo candidato a ganador Brasil disputaría frente a Uruguay, un dirigente charrúa se presentó en el vestuario y se dirigió a los jugadores diciéndoles algo así: “Muchachos, este va a ser un partido muy difícil y es probable que pierdan. Pero no se preocupen, porque con la actuación que tuvieron hasta aquí, ustedes ya están cumplidos”. Antes de ingresar a la cancha, el capitán del equipo Obdulio Varela reunió a sus compañeros y arengó: “ que cumplidos ni tanto...Cumplidos sólo si somos campeones” . El partido terminó 2-1 a favor de los celestes y que de esa forma se alzarían con el segundo título mundial de su historia.
La anécdota anterior es muy conocida por los futboleros y a mi entender, marca la primer aparición, pública por lo menos, de lo que años más tarde los del tablón llamaríamos un “caudillo”. ¿Qué es un caudillo en el fútbol? Es aquél que se destaca de sus compañeros guiándolos, alentándolos, dando fuerza y que generalmente aparece cuando más se los necesita, en las “difíciles”, que contagia de ánimo al resto y atemoriza al rival, tal como hizo el inefable Varela justo antes de una final del mundo en el Maracaná repleto de gente y jugando de visitante
A lo largo de la historia de nuestro fútbol hubo varios “Caudillos” que pasearon por nuestras canchas: mi abuelo me nombraba siempre a Rattín, incansable “centrojás” xeneise del cual nosotros podemos recordar la famosa filmación del Mundial de Inglaterra ´66 donde jugando para la selección argentina es expulsado en el partido ante los locales y él se va de la cancha estrujando el “British” banderín del corner y se sienta al costado de la cancha a comer el chocolate que le arrojaban desde la tribuna. Otros dos que siempre recordaba mi nono Dante es a Roberto Perfumo, al que le llamaban “El Mariscal” por su presencia en las defensas y al “Coco” Basile que con su vozarrón ya desde joven alentaba a propios y amedrentaba a extraños.
De los que yo vi jugar puedo nombrar a Daniel Passarella, a mi juicio el mejor zaguero de la historia, que a su buen juego adosaba un temple que contagiaba a los demás. Inolvidable su participación en las eliminatorias de 1985 jugando frente a Perú donde gracias a una corajeada suya, nuestra selección pudo marcar el gol que lo depositaría en el mundial del año siguiente. Otro gran caudillo fue Diego Maradona, que nunca esquivó su rol de estrella y jugador más importante de los equipos que integró y a su extraordinario juego agregó carácter para enfrentar la adversidad y don de mando para contagiar a sus compañeros y achicar al rival. Y también debo nombrar al último gran caudillo de nuestros tiempos: Oscar Ruggeri. Un ganador nato, que se agrandaba en las difíciles, tomaba siempre la responsabilidad de marcar al mejor delantero rival y con su presencia e indicaciones tanto dentro como fuera de la cancha era un referente obligado para los de su equipo.
Lamentablemente, y no se bien por que, en los últimos años por nuestras pampas ha menguado la aparición de caudillos futbolísticos y mas aún que sean nacidos en nuestra tierra ya que los últimos que recuerdo son los colombianos Bermúdez y Serna y al paraguayo Chilavert. Será que ahora a los jugadores los penalizan más fácil y se cuidan más de lo que hacen y dicen dentro de una cancha, o tal vez porque se van jóvenes al extranjero y acá no los vemos habitualmente, ó tal vez porque en tiempos de fútbol farandulezco no esté bien visto pero si de algo estoy seguro, es que hoy por hoy el fútbol argentino está muy necesitado de estos señores.
La anécdota anterior es muy conocida por los futboleros y a mi entender, marca la primer aparición, pública por lo menos, de lo que años más tarde los del tablón llamaríamos un “caudillo”. ¿Qué es un caudillo en el fútbol? Es aquél que se destaca de sus compañeros guiándolos, alentándolos, dando fuerza y que generalmente aparece cuando más se los necesita, en las “difíciles”, que contagia de ánimo al resto y atemoriza al rival, tal como hizo el inefable Varela justo antes de una final del mundo en el Maracaná repleto de gente y jugando de visitante
A lo largo de la historia de nuestro fútbol hubo varios “Caudillos” que pasearon por nuestras canchas: mi abuelo me nombraba siempre a Rattín, incansable “centrojás” xeneise del cual nosotros podemos recordar la famosa filmación del Mundial de Inglaterra ´66 donde jugando para la selección argentina es expulsado en el partido ante los locales y él se va de la cancha estrujando el “British” banderín del corner y se sienta al costado de la cancha a comer el chocolate que le arrojaban desde la tribuna. Otros dos que siempre recordaba mi nono Dante es a Roberto Perfumo, al que le llamaban “El Mariscal” por su presencia en las defensas y al “Coco” Basile que con su vozarrón ya desde joven alentaba a propios y amedrentaba a extraños.
De los que yo vi jugar puedo nombrar a Daniel Passarella, a mi juicio el mejor zaguero de la historia, que a su buen juego adosaba un temple que contagiaba a los demás. Inolvidable su participación en las eliminatorias de 1985 jugando frente a Perú donde gracias a una corajeada suya, nuestra selección pudo marcar el gol que lo depositaría en el mundial del año siguiente. Otro gran caudillo fue Diego Maradona, que nunca esquivó su rol de estrella y jugador más importante de los equipos que integró y a su extraordinario juego agregó carácter para enfrentar la adversidad y don de mando para contagiar a sus compañeros y achicar al rival. Y también debo nombrar al último gran caudillo de nuestros tiempos: Oscar Ruggeri. Un ganador nato, que se agrandaba en las difíciles, tomaba siempre la responsabilidad de marcar al mejor delantero rival y con su presencia e indicaciones tanto dentro como fuera de la cancha era un referente obligado para los de su equipo.
Lamentablemente, y no se bien por que, en los últimos años por nuestras pampas ha menguado la aparición de caudillos futbolísticos y mas aún que sean nacidos en nuestra tierra ya que los últimos que recuerdo son los colombianos Bermúdez y Serna y al paraguayo Chilavert. Será que ahora a los jugadores los penalizan más fácil y se cuidan más de lo que hacen y dicen dentro de una cancha, o tal vez porque se van jóvenes al extranjero y acá no los vemos habitualmente, ó tal vez porque en tiempos de fútbol farandulezco no esté bien visto pero si de algo estoy seguro, es que hoy por hoy el fútbol argentino está muy necesitado de estos señores.
Etiquetas: Informes
3 Comments:
muy buen post pachi, y merecido reconocimiento a Ruggeri, un auténtico caudillo. Todavía recuerdo cuando ya acercándose al final de su carrera, en la copa libertadores del 96 (que finalmente ganaría River), jugando para San Lorenzo en cancha de River, casi gana él solo el partido. Todavía me emociono cuando recuerdo ese partido, y eso que soy incha de River. Qué injustos y desagradecidos que han sido tantos inchas de River cuando pedían socarronamente su jubilación. Un estandarte de nuestro futbol.
Es verdad lo que decís de los últimos años... quizá lo más parecido que tuvimos en años fue Ayala, pero le falta para estar a la altura de los que nombraste.
Yo agregaría al cholito Simeone. Con respecto a la actualidad hay un caudillo: gato sessa, el caudillo de los pelotudos y dementes!!! y mirá que soy de Vélez ¿eh?
Ahhh PAchi, bien por el retrato del Restaurador ;)
Dios, cuanta razon en un solo post!
No olvidarse de los intentos de caudillos fallidos!
Saludos desde la escuela paganica.
Publicar un comentario
<< Home