NOCHE DE CANCHA: ESTÚPIDO FINAL
Contarles que anoche hubo fútbol en Rafaela, ya no sirve de nada. Relatarles las dudas que tenía de asistir al encuentro entre Atlético y la C.A.I. de Comodoro Rivadavia sería inútil a esta altura de los hechos.Y mucho más inservible sería haora contarles las peripecias que tuve que hacer para llegar a horario al estadio, como hago habitualmente para poder presentarles esta sección, que es un clásico del blog.
Lo cierto es que anoche tuve ocasión de ver a tantos estúpidos juntos, tantos pelotudos sin distinción de credos, razas y posiciones sociales que se juntaron con la excusa de un partido de fútbol y con el fin de hacerle pasar un mal momento a un profesional de la actividad como Darío Capogrosso, el arquero que ayer fue mas visitante que nunca.
¿La razón? Si puede haberla, sin poder justificar ó siquiera entender el porqué de semejante ensañamiento con una persona, es que el tipo, hace diez meses atrás, falló cuando más se lo necesitaba. Hace más de trescientos días, el golero no pudo ó no supo ser la figura de un equipo que no tuvo figuras. Que no estuvo a la altura de las circunstancias, como ninguno de sus compañeros de plantel. Que no supo hacer tiempo, como ninguno de los tantos hinchas que hace hace más de 7200 horas atrás, estaban en La Plata. Y bastó que un tarado que se hace llamar periodista, (y que, paradójicamente, días atrás fue galardonado con uno de los premios más distinguidos de Argentina) lance la primera piedra y que ésta vaya como rodando por la ladera de una montaña nevada, para que la bola se haga cada vez más grande.
Y esa masa de sospechas, dolor, frustración, que fue aumentando en estos diez meses, anoche llegó a destino. Y encontró el caldo de cultivo ideal: una cancha de fútbol, la imprevisión de los organizadores, la pasividad de los pocos policías que había y fundamentalmente un millar de estúpidos, de tarados, boludos, pelotudos y traeme un diccionario de sinónimos que me quedé sin palabras para calificarlos.
Con la agresión, tanto verbal, como psicológica ó fisica que anoche los espectadores locales (repito: sin distinción de clases sociales) le propinaron a Darío Capogrosso el gusto que queda es por demás de amargo, similar al que sintieron los rafaelinos cuando Atlético perdió la chance de ascender frente a Gimnasia. La impotencia sigue ahí, y gracias al rey de los pelotudos que arrojó el proyectil que impactó en la cabeza del arquero, el club perdió por un año más las chances de jugar en Primera División, además de un montón de dinero y de que las consecuencias todavía son incalculables.
Me retiré del estadio unos cinco minutos antes de que se decrete la suspención del match. La noche, hacía rato que se había arruinado y, con un nudo en la garganta, me fuí con la sensación de una dura derrota, que es la misma que tengo al momento de escribir esto. Creo que no estoy equivocado: anoche ganaron los idiotas.
Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Albert Einstein.
¿La razón? Si puede haberla, sin poder justificar ó siquiera entender el porqué de semejante ensañamiento con una persona, es que el tipo, hace diez meses atrás, falló cuando más se lo necesitaba. Hace más de trescientos días, el golero no pudo ó no supo ser la figura de un equipo que no tuvo figuras. Que no estuvo a la altura de las circunstancias, como ninguno de sus compañeros de plantel. Que no supo hacer tiempo, como ninguno de los tantos hinchas que hace hace más de 7200 horas atrás, estaban en La Plata. Y bastó que un tarado que se hace llamar periodista, (y que, paradójicamente, días atrás fue galardonado con uno de los premios más distinguidos de Argentina) lance la primera piedra y que ésta vaya como rodando por la ladera de una montaña nevada, para que la bola se haga cada vez más grande.
Y esa masa de sospechas, dolor, frustración, que fue aumentando en estos diez meses, anoche llegó a destino. Y encontró el caldo de cultivo ideal: una cancha de fútbol, la imprevisión de los organizadores, la pasividad de los pocos policías que había y fundamentalmente un millar de estúpidos, de tarados, boludos, pelotudos y traeme un diccionario de sinónimos que me quedé sin palabras para calificarlos.
Con la agresión, tanto verbal, como psicológica ó fisica que anoche los espectadores locales (repito: sin distinción de clases sociales) le propinaron a Darío Capogrosso el gusto que queda es por demás de amargo, similar al que sintieron los rafaelinos cuando Atlético perdió la chance de ascender frente a Gimnasia. La impotencia sigue ahí, y gracias al rey de los pelotudos que arrojó el proyectil que impactó en la cabeza del arquero, el club perdió por un año más las chances de jugar en Primera División, además de un montón de dinero y de que las consecuencias todavía son incalculables.
Me retiré del estadio unos cinco minutos antes de que se decrete la suspención del match. La noche, hacía rato que se había arruinado y, con un nudo en la garganta, me fuí con la sensación de una dura derrota, que es la misma que tengo al momento de escribir esto. Creo que no estoy equivocado: anoche ganaron los idiotas.
Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. Albert Einstein.
Fuente fotos: Rafaela fútbol
Etiquetas: Curiosidades
2 Comments:
el único que se llevo TRES puntos, fue el arquero!!!
una pena
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