GLORIA Y OCASO DE "EL POETA" BENAVÍDEZ
El debut de Jorge Antonio Benavídez en el primer equipo de Gimnasia Unidos no pasó para nada desapercibido. No porque en ese partido él haya sido la figura, ingresando en los últimos veinte minutos y marcando los dos goles que le permitieron dar vuelta el resultado a su equipo. En definitiva, casos así llaman la atención pero son comunes: se vieron muchas veces y seguramente se verán en el futuro. Lo que realmente puso su nombre en boca de toda la afición fueron las declaraciones que hizo a los medios locales una vez finalizado el match. Cuando los periodistas lo acosaron antes de que entre a los vestuarios y le hicieron las clásicas preguntas que se le hacen a cualquier figura de un partido, Benavídez, muy seguro de si mismo, solo contestó:
Bajo este azul de cielo inmortal
sembré mi voz, dos veces, en la verde grama
para que rojas queden las golas vírgenes
y blanca, radiante, inmaculada, la esperanza.
Muslos mayúsculos intentaron prohibir
lo definitivo que obraron mis pies insaciables
las manos, oh frías manos, acecharon
pero no apagaron el festejo del cuerpo...
Tras decir esas palabras, el jugador dio media vuelta, se metió al vestuario y más tarde salió por la puertita del fondo, dejando aun más desorientados a todos los cronistas que, atónitos, fueron testigos presenciales de aquella poética escena.
Pero si esta presentación había sido llamativa, mucho más lo fue el segundo partido donde el “Piri” Benavídez, como le decían hasta entonces, jugó de titular, con la camiseta blanca con la franja azul luciendo el número diez y fue la figura del partido donde logró convertir los tres primeros tantos de la formidable goleada (4-0) que Gimnasia le propinó al equipo de "Voluntades de Venado Tuerto" que por entonces venía puntero del torneo. Al finalizar el encuentro y ser entrevistado por las dos radios del lugar Juan Antonio, solemne, se paró y dijo:
El pasado ya es ceniza
el fuego del presente se apagó
y el futuro multiplica
su luz con un diamante
hecho de ira, pasión y lujuria.
Cuatro veces hoy gritamos
el nombre del dios sagrado
como el mar grita las olas
como el viento palabras de amor.
Al intentar marcharse y dejar a los periodistas tratando de descifrar el mensaje, uno lo llamó para que vuelva y lo bautizó para siempre: “Eeh, poeta, volvé” dijo. Y desde ahí Piri se transformó para siempre en Jorge Antonio “El Poeta” Benavídez. Y su nombre se esparció rápidamente por la zona gracias a las formidables actuaciones que lograba su equipo, presentándolo siempre como el As de espadas de la formación. Obviamente que sus actuaciones redundaban directamente en beneficio de Gimnasia, que rápidamente se ubicó en la primera colocación de la tabla y parecía marchar derechito al campeonato.
En el diario local La Voz, se registra la única columna que “El Poeta” Benavídez escribió especialmente para una edición dominical, tras una nueva y apabullante victoria acontecida el día anterior. En la sección Deportes, Jorge Antonio decía, entre otras, cosas como ésta:
Cuerpo fatigado, Alma templada
sudor generoso que riega la vida,
boca ambiciosa que busca
el beso cálido, que gane a la tristeza.
Si tu fueras ésa que yo busco
Victoria, falaz, esquiva, dura.
Aquí estoy, me ofrezco, tuyo
Sé mía, te espero, te ansío.
El boca a boca, como siempre, pudo más que cualquier otro medio de comunicación y Benavídez se convirtió en ídolo de la afición local, tanto por sus goles que alegraban a la parcialidad futbolera de la ciudad, como por sus declaraciones que acariciaban el alma de aquellos que preferían las letras sobre el deporte. Todos hablaban de él. Los pibes en las escuelas, los muchachos del bar, las amas de casa cuando se encontraban en el almacén haciendo las compras, los hombres en los asados de los viernes y fundamentalmente las jóvenes que en sus tertulias, lo tenían como tema obligado y en sus vueltas de domingo incluían una pasadita por el frente de la casa del jugador para, tal vez con un poco de suerte, forzar un supuesto encuentro casual.
Por eso, nadie supo bien por que razón las actuaciones de “El Poeta” Benavídez comenzaron a decaer. Algunos lo atribuían a una vida licenciosa, producto del aprovechamiento que hacía de su incipiente fama y que lo llevaba a visitar los lugares de diversión hasta altas horas de la noche, abusar del vino, e irse siempre con buena compañía femenina. Las señoras de la Comisión de Beneficencia lo justificaban diciendo que Benavídez dormía poco porque utilizaba la tranquilidad de la madrugada para leer poesía y escribir sus propios versos. Mientras que su Director Técnico lo apañaba con un simple “son cosas del fobal...ya va a volver a su nivel”. Lo cierto es que el juego demostrado por “El Poeta” ya no era aquel brillante de los primeros encuentros y eso también se traslucía en sus declaraciones, que tampoco conformaban a la exigente platea literaria. Todavía se recuerdan sus palabras al finalizar un partido que lo tuvo con una opaca actuación:
Ni fútbol, ni goles
sólo palabras en el tiempo
como hojas que lleva el viento.
Llegando al final de la segunda rueda del torneo, Jorge Antonio completó seis partidos sin marcar tantos, en consecuencia, el nivel del juego de su equipo había descendido y todos se preguntaban, tal como tituló “La Voz” ¿QUÉ TE PASA BENAVÍDEZ?”. Las malas críticas hacia el jugador caían generosas desde todos los estamentos de la sociedad. Al respecto, el jugador ofreció una entrevista en la tira diaria de deportes de una radio local donde dejó bien en claro que a él las críticas no lo molestaban y que, al contrario, lo hacían mucho más fuerte. Lo hizo de manera ofuscada y elocuente diciendo lo siguiente:
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste con un ladrillo
pasaré todos los días
así me construyo un castillo
El ocaso comenzó a vislumbrarse fehacientemente en la ante última fecha del torneo en que Gimnasia, que podía ser campeón si ganaba, se topó con Sportivo, que venía último cómodo, pero que vivió una de esas tardes en que salen todas e inesperadamente se impuso con un claro e inobjetable 2-0. El resultado lo complicaba al equipo de “El Poeta” de cara al final del torneo y eso se notó en la declaración final, cuando los cronistas lo abordaron buscando una explicación a su mal desempeño y a lo sucedido. Él respondió:
En este lugar sagrado
donde acude tanta gente
hace fuerza el más cobarde...
y se cortó la transmisión por lo que el final nunca pudo ver la luz pública.
El último partido del campeonato lo protagonizaron Gimnasia, que era local y puntero, frente a Unión que marchaba segundo a un punto. El estadio estaba lleno porque era una verdadera final. Todos esperaban que sea un partido cerrado y confiaban en que “El Poeta” vuelva a ser el que era, frote la lámpara, haga de las suyas y defina todo a favor del equipo albiazul.
Nada de eso ocurrió. Unión se mostró como un equipo más aplomado y dominó el partido desde el primer minuto hasta terminar con un lapidario 4-0 a favor que lo consagró campeón. Benavídez fue una sombra, no hizo siquiera una jugada correcta y salió reemplazado en el entretiempo.
Cuando los periodistas lo fueron a buscar para tener su opinión acerca del partido y de la increíble pérdida del campeonato no lo encontraron. Se había ido antes de que todos regresen al vestuario.
Sus compañeros lo fueron a buscar a su casa, pero cuando llegaron ésta estaba vacía y del jugador no había ni rastros, ni muebles, ni algún par de medias olvidado, nada. Y nunca se supo más nada de él. Ni noticias de que juegue para otro equipo o de que haya publicado algún poema por ahí.
Sólo se conoce el testimonio de un periodista que dice haberlo encontrado en la estación de ómnibus, a punto de tomarse un micro para Buenos Aires. Él dice que le preguntó acerca de lo que todos querían saber y cuenta también que Jorge Antonio “El Poeta” Benavídez lo miró y, con lágrimas en los ojos contestó: -“¿qué mierda querés que te diga macho? Nos rompieron el culo”.
Bajo este azul de cielo inmortal
sembré mi voz, dos veces, en la verde grama
para que rojas queden las golas vírgenes
y blanca, radiante, inmaculada, la esperanza.
Muslos mayúsculos intentaron prohibir
lo definitivo que obraron mis pies insaciables
las manos, oh frías manos, acecharon
pero no apagaron el festejo del cuerpo...
Tras decir esas palabras, el jugador dio media vuelta, se metió al vestuario y más tarde salió por la puertita del fondo, dejando aun más desorientados a todos los cronistas que, atónitos, fueron testigos presenciales de aquella poética escena.
Pero si esta presentación había sido llamativa, mucho más lo fue el segundo partido donde el “Piri” Benavídez, como le decían hasta entonces, jugó de titular, con la camiseta blanca con la franja azul luciendo el número diez y fue la figura del partido donde logró convertir los tres primeros tantos de la formidable goleada (4-0) que Gimnasia le propinó al equipo de "Voluntades de Venado Tuerto" que por entonces venía puntero del torneo. Al finalizar el encuentro y ser entrevistado por las dos radios del lugar Juan Antonio, solemne, se paró y dijo:
El pasado ya es ceniza
el fuego del presente se apagó
y el futuro multiplica
su luz con un diamante
hecho de ira, pasión y lujuria.
Cuatro veces hoy gritamos
el nombre del dios sagrado
como el mar grita las olas
como el viento palabras de amor.
Al intentar marcharse y dejar a los periodistas tratando de descifrar el mensaje, uno lo llamó para que vuelva y lo bautizó para siempre: “Eeh, poeta, volvé” dijo. Y desde ahí Piri se transformó para siempre en Jorge Antonio “El Poeta” Benavídez. Y su nombre se esparció rápidamente por la zona gracias a las formidables actuaciones que lograba su equipo, presentándolo siempre como el As de espadas de la formación. Obviamente que sus actuaciones redundaban directamente en beneficio de Gimnasia, que rápidamente se ubicó en la primera colocación de la tabla y parecía marchar derechito al campeonato.
En el diario local La Voz, se registra la única columna que “El Poeta” Benavídez escribió especialmente para una edición dominical, tras una nueva y apabullante victoria acontecida el día anterior. En la sección Deportes, Jorge Antonio decía, entre otras, cosas como ésta:
Cuerpo fatigado, Alma templada
sudor generoso que riega la vida,
boca ambiciosa que busca
el beso cálido, que gane a la tristeza.
Si tu fueras ésa que yo busco
Victoria, falaz, esquiva, dura.
Aquí estoy, me ofrezco, tuyo
Sé mía, te espero, te ansío.
El boca a boca, como siempre, pudo más que cualquier otro medio de comunicación y Benavídez se convirtió en ídolo de la afición local, tanto por sus goles que alegraban a la parcialidad futbolera de la ciudad, como por sus declaraciones que acariciaban el alma de aquellos que preferían las letras sobre el deporte. Todos hablaban de él. Los pibes en las escuelas, los muchachos del bar, las amas de casa cuando se encontraban en el almacén haciendo las compras, los hombres en los asados de los viernes y fundamentalmente las jóvenes que en sus tertulias, lo tenían como tema obligado y en sus vueltas de domingo incluían una pasadita por el frente de la casa del jugador para, tal vez con un poco de suerte, forzar un supuesto encuentro casual.
Por eso, nadie supo bien por que razón las actuaciones de “El Poeta” Benavídez comenzaron a decaer. Algunos lo atribuían a una vida licenciosa, producto del aprovechamiento que hacía de su incipiente fama y que lo llevaba a visitar los lugares de diversión hasta altas horas de la noche, abusar del vino, e irse siempre con buena compañía femenina. Las señoras de la Comisión de Beneficencia lo justificaban diciendo que Benavídez dormía poco porque utilizaba la tranquilidad de la madrugada para leer poesía y escribir sus propios versos. Mientras que su Director Técnico lo apañaba con un simple “son cosas del fobal...ya va a volver a su nivel”. Lo cierto es que el juego demostrado por “El Poeta” ya no era aquel brillante de los primeros encuentros y eso también se traslucía en sus declaraciones, que tampoco conformaban a la exigente platea literaria. Todavía se recuerdan sus palabras al finalizar un partido que lo tuvo con una opaca actuación:
Ni fútbol, ni goles
sólo palabras en el tiempo
como hojas que lleva el viento.
Llegando al final de la segunda rueda del torneo, Jorge Antonio completó seis partidos sin marcar tantos, en consecuencia, el nivel del juego de su equipo había descendido y todos se preguntaban, tal como tituló “La Voz” ¿QUÉ TE PASA BENAVÍDEZ?”. Las malas críticas hacia el jugador caían generosas desde todos los estamentos de la sociedad. Al respecto, el jugador ofreció una entrevista en la tira diaria de deportes de una radio local donde dejó bien en claro que a él las críticas no lo molestaban y que, al contrario, lo hacían mucho más fuerte. Lo hizo de manera ofuscada y elocuente diciendo lo siguiente:
Ayer pasé por tu casa
y me tiraste con un ladrillo
pasaré todos los días
así me construyo un castillo
El ocaso comenzó a vislumbrarse fehacientemente en la ante última fecha del torneo en que Gimnasia, que podía ser campeón si ganaba, se topó con Sportivo, que venía último cómodo, pero que vivió una de esas tardes en que salen todas e inesperadamente se impuso con un claro e inobjetable 2-0. El resultado lo complicaba al equipo de “El Poeta” de cara al final del torneo y eso se notó en la declaración final, cuando los cronistas lo abordaron buscando una explicación a su mal desempeño y a lo sucedido. Él respondió:
En este lugar sagrado
donde acude tanta gente
hace fuerza el más cobarde...
y se cortó la transmisión por lo que el final nunca pudo ver la luz pública.
El último partido del campeonato lo protagonizaron Gimnasia, que era local y puntero, frente a Unión que marchaba segundo a un punto. El estadio estaba lleno porque era una verdadera final. Todos esperaban que sea un partido cerrado y confiaban en que “El Poeta” vuelva a ser el que era, frote la lámpara, haga de las suyas y defina todo a favor del equipo albiazul.
Nada de eso ocurrió. Unión se mostró como un equipo más aplomado y dominó el partido desde el primer minuto hasta terminar con un lapidario 4-0 a favor que lo consagró campeón. Benavídez fue una sombra, no hizo siquiera una jugada correcta y salió reemplazado en el entretiempo.
Cuando los periodistas lo fueron a buscar para tener su opinión acerca del partido y de la increíble pérdida del campeonato no lo encontraron. Se había ido antes de que todos regresen al vestuario.
Sus compañeros lo fueron a buscar a su casa, pero cuando llegaron ésta estaba vacía y del jugador no había ni rastros, ni muebles, ni algún par de medias olvidado, nada. Y nunca se supo más nada de él. Ni noticias de que juegue para otro equipo o de que haya publicado algún poema por ahí.
Sólo se conoce el testimonio de un periodista que dice haberlo encontrado en la estación de ómnibus, a punto de tomarse un micro para Buenos Aires. Él dice que le preguntó acerca de lo que todos querían saber y cuenta también que Jorge Antonio “El Poeta” Benavídez lo miró y, con lágrimas en los ojos contestó: -“¿qué mierda querés que te diga macho? Nos rompieron el culo”.
Etiquetas: Relatos
1 Comments:
MUY BUENO PACHI,EXELENTE!!!!AL FIN UN FINAL NO FELIZ
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