MAESTROS
Los que me conocen ó siguen el blog desde hace tiempo, saben de mi gusto, además del fútbol, por los deportes en general y el básquetbol en particular. Y hoy nuevamente la pelota anaranjada es el personaje central y nos deja renovadas enseñanzas.
La clase está dada por verdaderos maestros, a quienes denominamos con razón: "La Generación Dorada", quienes son, ni mas ni menos, que un grupo de jugadores quienes hace diez años se comprometieron y llevaron a nuestro país a los primeros órdenenes del mundo basquet. De aquel equipo que inició este derrotero de gloria en el 2001 hoy queda una base de siete u ocho jugadores que son una muestra de humildad, trabajo, compromiso y por supuesto, talento al servicio de la celeste y blanca y que comprometen a los nuevos integrantes a seguir las mismas conductas.
Ayer Argentina se coronó campeón Panamericano y un día antes había logrado la clasificación a los Juegos Olímpicos del 2012 y esos logros se suman a otros que hace algunos años eran impensados para nuestro país en este deporte. Y nuestra selección no la tuvo fácil: debió sobreponerse a ausencias por lesión de algunos jugadores antes y durante el torneo, a retornos impensados de algunos, a recuperaciones cuasi milagrosas de otros para poder jugar, al desgaste propio de un torneo vertiginoso con un plantel con mayoría de veteranos, a la presión de ser locales, al poco entrenamiento previo y a otros menesteres menores pero igual de molestos.
Pero este equipo es casi imbatible porque actúa como tal. Cuando uno flaquea, otro lo suplanta y así van escalando, partido tras partido, los escollos que se le suceden. Y lo del cuerpo técnico también es para resaltar: porque hay un entrenador principal que lleva a otros pares consagrados como ayudantes, y éstos se mantienen sin problemas en un segundo ó tercer plano colaborando por la causa.
Por eso, cuando ayer veía a estos gladiadores festejar, ofrendándoles el triunfo a sus familiares y al público en general, me fue imposible evitar pensar en el gran ejemplo que eran para el fútbol: un equipo sin divismos, comprometidísimos entre ellos, unidos y fuertes como roca con entrenadores al mismo tono que obligan al método japonés de mirar-aprender-copiar-mejorar. El trabajo no es fácil, pero por suerte tenemos una Generación Dorada de maestros.
La clase está dada por verdaderos maestros, a quienes denominamos con razón: "La Generación Dorada", quienes son, ni mas ni menos, que un grupo de jugadores quienes hace diez años se comprometieron y llevaron a nuestro país a los primeros órdenenes del mundo basquet. De aquel equipo que inició este derrotero de gloria en el 2001 hoy queda una base de siete u ocho jugadores que son una muestra de humildad, trabajo, compromiso y por supuesto, talento al servicio de la celeste y blanca y que comprometen a los nuevos integrantes a seguir las mismas conductas.
Ayer Argentina se coronó campeón Panamericano y un día antes había logrado la clasificación a los Juegos Olímpicos del 2012 y esos logros se suman a otros que hace algunos años eran impensados para nuestro país en este deporte. Y nuestra selección no la tuvo fácil: debió sobreponerse a ausencias por lesión de algunos jugadores antes y durante el torneo, a retornos impensados de algunos, a recuperaciones cuasi milagrosas de otros para poder jugar, al desgaste propio de un torneo vertiginoso con un plantel con mayoría de veteranos, a la presión de ser locales, al poco entrenamiento previo y a otros menesteres menores pero igual de molestos.
Pero este equipo es casi imbatible porque actúa como tal. Cuando uno flaquea, otro lo suplanta y así van escalando, partido tras partido, los escollos que se le suceden. Y lo del cuerpo técnico también es para resaltar: porque hay un entrenador principal que lleva a otros pares consagrados como ayudantes, y éstos se mantienen sin problemas en un segundo ó tercer plano colaborando por la causa.
Por eso, cuando ayer veía a estos gladiadores festejar, ofrendándoles el triunfo a sus familiares y al público en general, me fue imposible evitar pensar en el gran ejemplo que eran para el fútbol: un equipo sin divismos, comprometidísimos entre ellos, unidos y fuertes como roca con entrenadores al mismo tono que obligan al método japonés de mirar-aprender-copiar-mejorar. El trabajo no es fácil, pero por suerte tenemos una Generación Dorada de maestros.
Etiquetas: Informes
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