Pasada una nueva tanda del torneo clasificatorio al Mundial 2014, podemos decir que el seleccionado argentino ha dejado nuevamente un sabor agridulce a todos sus seguidores. Es que a la buena victoria y cruel derrota de la tanda anterior, se le sumó un empate con sabor a caída frente a Bolivia y un aliviador triunfo frente a Colombia, jugando de visitante y demostrando que una recuperación es posible.
El fútbol se maneja por resultados dijo Sabella pero sería necio no observar el desarrollo de los dos últimos juegos, que muestran más sombras que luces y dejan mucha tela para cortar. La primer y mas importante conclusión (y las mas preocupante) es que no hay un equipo, como hace tiempo todo el mundo lo ha notado. Hoy tenemos una excusa para este ítem: en el último año han pasado tres entrenadores, ninguno pudo hacer pie, y el actual DT debe buscar la mejor formación en plena competencia.
En el marco de todo esto, la prensa y el público en general han re abierto viejos debates que parecían cerrados, olvidados y que no conducen a nada: que si se debe jugar con jugadores locales (algunos periodistas inclusive exigán la convocatoria de jugadores del Ascenso, tan de moda ahora con la participación de River), si los foráneos tienen el compromiso necesario con la selección, la posición en la cancha de alguno de ellos, si tienen la suficiente "chapa" como para vestir la celeste y blanca y un sinnúmero de cuestiones de las que ya se han hablado desde mediados de los ochenta.
Hoy vuelvo a recordar a los lectores que por esos años, ante el bajo nivel de juego de la selección, la prensa discutía si la presencia de jugadores que actuaban en el exterior era beneficiosa para el equipo y algunos sostenían que no había que convocar a tipos como Maradona, Passarella y Valdano. Con el paso del tiempo, y los resultados obtenidos, hoy parece una blasfemia lo que se decía entonces, pero es totalmente comparable con los que hoy defenestran a Messi, Mascherano y compañía.
El actual desafío de la selección y del cuerpo técnico es encontrar un equipo, tratar de sumar entrenamientos y tiempo juntos para de esa forma encontrar una forma de juego, variantes tácticas y de nombres, para ser un verdadero equipo y no un rejunte de nombres como parece actualmente.
Faltan siete meses para el próximo compromiso por eliminatorias. El tiempo es suficiente como para intentar hacer algo y es ahora donde veremos las intenciones del entrenador y los jugadores. De ellos depende enterrar los viejos debates y abrir las puertas, de una buena vez, de cara al futuro que se avecina.