PIDO GANCHO: RICARDO BOCHINI
Ricardo Enrique Bochini nació un 25 de Enero de 1954 en la localidad de Zárate (Pcia. de Buenos Aires) y debutó profesionalmente en Independiente a los dieciocho años de edad en un partido frente a River Plate. Lo curiosos de este jugador es que desarrolló toda su carrera como futbolista jugando para los Rojos de Avellaneda donde jugó 634 partidos y convirtió 97 goles que lo convirtieron en el mayor ídolo de la institución con la que consiguió cuatro títulos locales y con la que vivió la época dorada, cuando Independiente se transformó en el “Rey de Copas” gracias a las cuatro Copas Libertadores, tres Interamericanas y dos Intercontinentales conseguidas.
“El Bocha”, como se lo conocía, era un número diez clásico de muy buen manejo de balón, excelente visión de juego y gran velocidad, física y mental, para maniobrar en espacios reducidos. De físico pequeño, cabello desordenado y una incipiente pelada que crecía año a año, este jugador derrochó talento por todas las canchas que pisó destacándose principalmente por la habilidad al jugar, la precisión en los pases que hacían la delicia de sus compañeros de ataque y por la calidad en la manufactura de sus goles que siempre eran lindos.
En la selección nacional, su brillo fue opacado por el más grande, Diego Maradona (de quien era ídolo), pero de todos modos fue parte integrante del equipo campeón en México 1986, donde sólo alcanzó a jugar tres minutos en toda la competencia. De todas formas, ese hecho no se lo considera una mancha en la carrera de Bochini y solo logró despertar un poco de polémica, de la cual él siempre se mantuvo al margen, cuando declaró que no se sentía campeón del mundo.
Puedo afirmar tranquilamente que nuestro homenajeado de hoy se encuentra en el podio de los mejores jugadores de la historia de nuestro país y los hechos lo demuestran ya que su equipo no logró grandes cosas tras su retiro y su recuerdo todavía hoy se venera entre los hinchas de Independiente, homenaje que podría hacerse eterno si los dirigentes de ese club tuvieran un acto de grandeza y bautizarían con su nombre al estadio que van a reinaugurar en poco tiempo más.
Mientras tanto, nosotros podemos seguir recordándolo viendo las viejas imágenes de sus golazos, de los pases que ponía “por el ojo de una aguja”, sus fotos cargadas de gloria y también a través de los homenajes que le regalaban sus hinchas, como esta poesía que lo pinta tal como era dentro de una cancha:
“El Bocha”, como se lo conocía, era un número diez clásico de muy buen manejo de balón, excelente visión de juego y gran velocidad, física y mental, para maniobrar en espacios reducidos. De físico pequeño, cabello desordenado y una incipiente pelada que crecía año a año, este jugador derrochó talento por todas las canchas que pisó destacándose principalmente por la habilidad al jugar, la precisión en los pases que hacían la delicia de sus compañeros de ataque y por la calidad en la manufactura de sus goles que siempre eran lindos.
En la selección nacional, su brillo fue opacado por el más grande, Diego Maradona (de quien era ídolo), pero de todos modos fue parte integrante del equipo campeón en México 1986, donde sólo alcanzó a jugar tres minutos en toda la competencia. De todas formas, ese hecho no se lo considera una mancha en la carrera de Bochini y solo logró despertar un poco de polémica, de la cual él siempre se mantuvo al margen, cuando declaró que no se sentía campeón del mundo.
Puedo afirmar tranquilamente que nuestro homenajeado de hoy se encuentra en el podio de los mejores jugadores de la historia de nuestro país y los hechos lo demuestran ya que su equipo no logró grandes cosas tras su retiro y su recuerdo todavía hoy se venera entre los hinchas de Independiente, homenaje que podría hacerse eterno si los dirigentes de ese club tuvieran un acto de grandeza y bautizarían con su nombre al estadio que van a reinaugurar en poco tiempo más.
Mientras tanto, nosotros podemos seguir recordándolo viendo las viejas imágenes de sus golazos, de los pases que ponía “por el ojo de una aguja”, sus fotos cargadas de gloria y también a través de los homenajes que le regalaban sus hinchas, como esta poesía que lo pinta tal como era dentro de una cancha:
A BOCHINI
¿Quién podrá agradecerte la alegría?
¿Cuántas voces precisa el verso mío
para decir la agreste poesía
que dibuja tu tranco de baldío?
Y el Chaplin que llevás, y esa estatura
De gigante pequeño, y la burbuja
Que suelta el malabar de tu diablura,
Cuando metés un “caño” en una aguja.
¿Quién podrá devolverte tanta fiesta?
¿Con qué pagar tanto gozoso instante
que nos dieron, che Bocha, a toda orquesta,
la pelota y tus pies calzando guantes?
Si habrás llenado tantas tardes mustias,
Lujoso de arabescos y reflejos
Que desataban nudos, mufa, angustias,
O sacaban un gol como un conejo
Los magistrales quiebres de cintura,
El amague feliz, la gran pirueta
De esconder la pelota, o la locura
De bordar media cancha con gambetas.
Y luego el “Bo-Bochini” como premio
Bajando desde el grito de la hinchada.
Cuando en el verde se soltaba el genio,
Chispeando el resplandor de otra jugada.
¡Grande, Bocha...!, vos no pasaste al bardo.
Si habrá que darle juego a la memoria
Para dejar tu estirpe a su resguardo,
Subiendo por el rojo de tu gloria.
Cuando no salgas más entre los once,
Serán los lagrimones del rocío
Los que en el pasto lloren y allí, entonces:
¿Con qué se llenará el domingo mío?
Cuando la “diez” del rojo no te abrigue,
Yo buscaré en la tarde dominguera
-en la función que, pese a todo, sigue-
la semilla que siembre tu madera.
Buscaré por potreros y distancias,
En los picados donde floreciste
Y hasta que no reencuentre aquella magia,
Aunque no se me note, andaré triste...
HECTOR NEGRO - 1987
Etiquetas: Personajes
1 Comments:
Lo recuerdo en dupla con Marangoni en el Independiete de los 80. Gran medicampo.
Hace poco intentó volver a jugar en una división menor (primerda c o algo así) y no se murió de milagro ya que tuvieron que operarlo de enfermedad coronaria severa.
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