Walter Vargas es un periodista deportivo y escritor que actualmente trabaja en Diario Olé y tiene varios libros publicados en su haber.
Desde que conocí su versada pluma, como asiduo lector de publicaciones deportivas que soy, quedé prendido de su claridad conceptual y su facilidad para decir en una frase, lo que a otros les llevaría innumerable cantidad de palabras poder explicar. Y hasta más de una vez tuve el atrevimiento de enviarle un mail que amablemente respondió, cosa que no todos los periodistas conocidos hacen, lo que da una muestra de su humildad.
Hoy, en una de las secciones de Olé llamada "El Francotirador", Vargas se refiere a la soberbia de algunos de los más conocidos actores del fútbol argentino. Y yo, que hace rato estoy dando vueltas para tratar de escribir algo de eso sin éxito, se los traigo para que lean, piensen, reflexionen y se den cuenta que el que sabe, sabe y el que no, escribe un blog. ¡¡Humille maestro!!
LOS QUE SE CREEN INTOCABLES
En su tono relajado y perdonavidas Riquelme opina de Boca, de Messi, de la Selección y otras cuestiones, y como al pasar presume de estar jugando gratis.
En su tono coloquial y desafiante Maradona subraya su inalienable derecho a que nadie pise los jardines de sus potestades, pero se desentiende olímpicamente del trazo grueso del momento que atraviesa su rol de entrenador.
En su tono canchero, irónico y burlón Bianchi da clases de francés y de periodismo, ignora las tormentas de Boca, niega la renuncia de Basile.
Pero sucede que amén de llevar un año sin jugar bien dos partidos seguidos Riquelme gana en un año (secreto a voces) lo que millones de argentinos jamás de los jamases ganarán en toda su vida.
Y sucede que la Selección está al borde de un papelón de ribetes históricos. Y sucede que Boca, más allá de lo que pase hoy en Quilmes, anda más bien flojito.
¿Qué tienen en común los tres discursos? Que sus portadores, amén de haber ganado un considerable prestigio, se sienten habilitados a ocultar lo inocultable, a considerarse intocables, a concebir al periodismo, al periodista, como un sumiso tirador de centros, como un fan calificado, como un empleado delivery presto a alimentar egos insaciables.
Fuera de eso, la provocación, la agresión, la indiferencia o el franco ninguneo. Si Riquelme, Maradona y Bianchi tuvieran hoy una eficiencia equivalente a su altanería, Boca sería un paraíso y la Selección ya estaría en el Mundial.
Mientras es honesto preguntarnos en cuánto contribuimos al despliegue de los pavos reales, hagamos las cuentas: ni ellos ni nosotros bajamos de un plato volador. También esto es el fútbol argentino.
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