miércoles, enero 09, 2008

PARTIR CON LA FRENTE MARCHITA


El traspaso de Fernando Belluschi al Olimpiakos de Grecia es la nueva muestra de la sangría que vive nuestro fútbol que siempre vive en oferta, no siempre al mejor postor y que en definitiva repercute en el cada vez más bajo nivel que observamos día a día. Con esta transferencia, seguramente le quedarán unos buenos morlacos en el bolsillo del player y su representante, pero estoy convencido que futbolísticamente es un retroceso para el jugador. El fútbol griego es de los de peor nivel del continente europeo, el de menos jerarquía e indudablemente quienes allí se desempeñan encuentran un lugar sin tantas presiones, donde se cobra bien pero donde no obtendrán triunfos rutilantes y donde sus actuaciones no tendrán demasiada vidriera. Mientras tanto River Plate, si bien no goza de un presente brillante, es todavía un gran escaparate para los futbolistas que allí actúan, que son observados por los mejores clubes del planeta y donde económicamente son retribuidos con los mejores haberes del fútbol local, lejos de lo internacional, pero que consisten en sumas nada despreciables para una persona.

Este traspaso, a mi entender apresurado, no es el primero ni será el último de jóvenes promesas que tentadas por buenas sumas de dinero emigran a ligas no tan conocidas y trae en definitiva como consecuencia un descenso en el nivel de competencia y roce que puede llegar a tener el futbolista y eso lo lleva virtualmente a desaparecer del mundo fútbol y de la consideración de los aficionados y también de los distintos seleccionadores que no lo tendrán en cuenta, sea cual fuere su rendimiento en el nuevo equipo. Los ejemplos sobran: Cavenaghi, “Chori” Domínguez, “Coti” Fernández, Clemente Rodríguez son algunos que mientras estuvieron en nuestro país eran tipos de selección y al emigrar pasaron al olvido.

Jugar en River no es cosa fácil. Allí han fracasado los más pintados y sus exquisitos hinchas han llegado a discutir hasta a sus más grandes ídolos, como Alonso ó Francéscoli. Creo yo que un jugadorazo como es Belluschi, con sólo 24 años de edad, con gran futuro por delante, que ya casi se había puesto a los hinchas en el bolsillo, debería haber esperado un tiempo más para emigrar, terminar de afianzarse en el conjunto millonario, ser la figura y referente que todos esperaban de él y allí dar el gran salto a una liga realmente competitiva más acorde a sus condiciones y hasta, tal vez, obteniendo por su pase los 40 millones de dólares en los que alguna vez fue tasado. Pero como “billetera mata galán”, lamentablemente debemos acostumbrarnos a estas sangrías de nombres, que sigue debilitando el cada vez más pobre fútbol doméstico y que nos hace llegar hasta las lágrimas, como las que derramó Belluschi cuando se fue a despedir de sus compañeros.

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