viernes, febrero 20, 2009

EL FÚTBOL, MI ABUELA Y YO

Según mi mamá, a mi abuela Celia (su madre) le gustaba el fútbol. Y siempre pensé que esa afirmación era verdad, porque mientras otros recuerdan a sus nonas cocinando ó cosiendo, las primeras imágenes de mi abuela que se me vienen a la memoria es de ella cuídandome un sábado a la noche, sentada en el comedor de mi casa, mirando algún partido ó una pelea de box.
Desde que yo, más ó menos a mis once años, empecé a interesarme por los avatares del fútbol argentino, nació un ritual que se repetía domingo tras domingo: cruzarme hasta la casa de mis abuelos para mirar Fútbol de Primera, ya que en mi casa el resto de mi familia no compartía mis gustos y utilizaban el TV para mirar otros programas. Allí, además de empaparme con la actualidad que había imaginado horas antes escuchando los partidos por radio, aprovechaba para aprender infinidad de anécdotas del fútbol que mi abuelo me iba contando. Mientras tanto, mi abuela nos miraba en silencio, a veces con un tejido en la mano, otras, solo como un mudo testigo, interrumpiendo únicamente para preguntar si necesitábamos algo para tomar ó comer.
El ritual se repetía a veces durante la semana, cuando la TV transmitía algún partido "en vivo y en directo", como podía ser, por ejemplo, algún partido de la selección nacional. Allí la cosa cambiaba un poco, porque mi abuela parecía que le prestaba más atención y sufría con el acontecer del match. En esas ocasiones, desde su ubicación habitual, acompañaba cada ataque del equipo argentino con un susurro, que parecía una plegaria y que yo escuchaba claramente: "vamos muchachos, vamos muchachos" repetía infinidad de veces hasta que el ataque se disolvía o terminaba en gol. Por el contrario, cuando el que atacaba era el rival, Celia susurraba una advertencia: "cuidado muchachos, cuidado muchachos", llegando hasta el suspiro de alivio si el avance no prosperaba ó hasta el lamento sentido, cuando marcaban el tanto.
Esa actitud de mi abuela me parecía graciosa y nunca la entendí muy bien, pero más gracia me causaba su extraña propensión a no entender los hechos del partido ni los nombres de los jugadores. Ella nunca entendía bien lo que pasaba en el juego y yo no me molestaba mucho en explicarle porque sabía que no lo entendería. Tampoco me molestaba en corregirla cuando le decía "Fiyol" al "Pato Fillol", "Necochea" a Goycochea ó "Bambinovieyra" (así, todo junto) al Bambino Veira; ya que le atribuía esas equivocaciones a su incipiente sordera.
Cuando falleció mi abuelo, siendo yo adolescente, las visitas y el ritual de los domingos cambiaron en su rutina. Mi abuela a veces me acompañaba y otras, la mayoría, se iba a dormir dejándome solo con el TV. Nunca me pregunté por que su gusto por el fútbol había desaparecido tras la muerte de su esposo, pero hoy, con la perspectiva de los años que han pasado, puedo afirmar que a pesar de lo que decía a mi mamá, a mi abuela Celia no le gustaba el fútbol.
Claro que no, ella usaba a este deporte como un medio para acercarse a su marido, para cebarle mate mientras él escuchaba al "Gordo" Muñoz relatando a Boca, para comprarle "EL Gráfico" y que tenga algo para leer antes de dormir la siesta y aprovechó el regalo de tener un nieto futbolero para mimarlo, para cederle el televisor cuando había un partido, para servirle un jugo en verano ó un café en invierno y hasta para enviciarlo un poco, regalándole una golosina ó dándole a escondidas una copita de Anis "8 Hermanos" mientras él miraba los partidos.
Eso fué el fútbol para mi abuela, un medio para ser una gran esposa y también una nona hecha y derecha que no le importaba un corno que pasaba en la cancha, que deseaba que ganen Boca y River, porque eran los equipos de su marido y su nieto, y fundamentalmente estar ahí, ocupando el lugar que la vida le dió. Aunque, les soy sincero, cuando ella se enteraba que ganaba Racing, esbozaba una sonrisa pícara y de satisfacción que era inocultable.

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6 Comments:

Anonymous Anónimo said...

muy lindo reconocimiento a la nona celia.me acuerdo cuando ibamos a leer el grafico a su casa y ya que estabamos nos preparaba una leche.te felicito por tu valoracion a tu abuela.

9:07 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

además lo bueno de ver boxeo era el shadow box que ella hacía en forma permanente esquivando las trompadas

10:04 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Muy iluminado su comentario, Sr. Desde el Tablón. Habiendo conocido muy bien a la protagonista de la historia, puedo asegurar que la razón por la cual se iba a dormir luego de haber fallecido su esposo, es que como ud bien dice, no le gustaba el fútbol y además, ya sabía que su misión estaba "cumplida", ya había criado un nieto que continuaría los pasos del abuelo, y para ella, ya era suficiente. Muy lindo esto de mantener latente la memoria y resaltar la grandeza de los pequeños. Taty

11:30 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Que post tan cálido y sentido...
Muy lindo tu recuerdo.

Ya que tocaste el tema abuelas, paso a decir que a mi abuela materna si le gustaba de verdad el fútbol (hoy día tiene el codificado), gusto que tambíén supe aprovechar con el inagotable hambre de nieto... que pollitos a la cacerola me comí viendo a Graciani, Marangoni, Chavo Comas, y tantos otros... y que tortas fritas... En ocasiones se quedaba ella levantada mientras mi abuelo, mas fierrero, se iba a dormir..
Goooool la puta carajo!!!!

6:48 p. m.  
Blogger Unknown said...

Pachi, me has emocionado un montón con tus palabras sobre la nona, y a cada comentario que leía lo iba acompañando con un asentimiento de la cabeza. Creo que sólo vos y yo nos acordamos que ella, muy en el fondo, era hincha de racing (aunque después de fallecido el nono dijo que era de boca: ja, yo nunca le creí).

1:48 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Que nobleza carajo.. y eso que mi nona era poco instruida, un ejemplo de vida.. no hace falta tanto titulo para enseñar..
Los que la conocimos lloramos con estas palabras.
QLP..que nobleza.. tu primo Miguel..

5:00 p. m.  

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