Desde la llegada de Cristian Fabbiani a River Plate los futboleros argentinos comenzamos a debatir acerca del físico de este jugador, del peso ó sobrepeso que llevaba, que si era gordo, si sólo estaba gordo y debía bajar los kilos de más, ó si simplemente es de huesos grandes, como dice su mamá.
Este tema, que llegó a ser casi nacional, llevaba a otro un poco más complejo el cual se abre con un interrogante: ¿puede jugar un player con esas características físicas y más en un puesto de centrodelantero que requiere bastante movilidad? La respuesta es si, y para aquellos que no conocen ó no recuerdan, me tomé el trabajo de traerles cuatro ejemplos de jugadores que tenían las mismas condiciones que "El Ogro", que yo haya visto jugar alguna vez, y que actuaron con éxito en el medio futbolístico de nuestro país.
Por orden de aparición, sin repetir y sin soplar, aquí están, estos son, los ejemplos del tablón:
1) Juan Gilberto Funes: oriundo de San Luis, este jugador pesaba más de 100 kg. y al no contar con posibilidades en el fútbol argentino, marchó hacia Colombia donde marcó gran cantidad de goles en primera división. Potente, hábil, casi una aplanadora, un día la revista El Gráfico reflejó su caso e hizo que el club River Plate se fije en él y lo incorpore cuando promediaba el torneo de Copa Libertadores en 1986. Funes llegó al equipo que por entonces dirigía Bambino Veira y las circunstancias hicieron que juegue las dos finales como titular. "El Búfalo", como lo bautizaron, se despachó con dos goles, uno en cada partido, que posibilitaron que River gane por primera vez el máximo torneo sudamericano y que él se instale para siempre entre los grandes de la historia.
Años después jugaría en Grecia, Velez, selección nacional y cuando fue contratado por Boca Jrs, una afección cardíaca le impidió seguir practicando fútbol y más tarde lo llevaría a la muerte.
2) Felix Torres: centrodelantero paraguayo de enorme estatura y gran peso. Debutó en su país jugando para Sol de América y de ahí fue convocado a la selección de su país. Aquí se hizo conocido en Mandiyú de Corrientes, cuando este equipo militó por varios años en el fútbol de AFA. Grandote, tosco y de gran cabezazo, siempre se las ingeniaba para ganar en el área y marcó gran cantidad de goles en el equipo del litoral argentino y más tarde en Racing de Avellaneda, Estudiantes y Platense. No era vistoso, pero si efectivo
3) Omar Asad: no pudo esquivar su destino y la hinchada de Velez Sarsfield, donde jugó toda su carrera, lo apodó "El Turco". Tuvo sus años de gloria junto a la máxima expresión del equipo de Liniers cuando, entre los años 1993 y 1995, ganaron todo lo que se le cruzó por el camino, de la mano de Carlos Bianchi como entrenador y él como goleador del equipo. Panzón pero rápido y muy vivo para anticipar a sus marcadores, hizo goles importantísimos como ser el primero que le marcó a Milan en la final de la Copa Intercontinental aprovechando un error defensivo del rival. Alguna vez River se interesó por sus servicios pero el entonces DT Pasarella le bajó el pulgar porque lo veía gordo.
Asad terminó retirándose tempranamentre de la actividad profesional por una lesión en la rodilla de la que nunca pudo recuperarse.
4) Daniel Bazan Vera: De los nombrados anteriormente quizá es el que menos repercusión tuvo ya que casi no jugó en primera división en nuestro país. De todas formas "El Indio", como se lo conoce, encaja perfectamente en este informe ya que es un centrodelantero de gran porte, poca movilidad y bastante pesado, características que no le impiden ser un gran goleador de las divisiones de ascenso de Argentina.
Todavía en actividad, Bazán Vera posee una personalidad avasallante que lo lleva a ser referente de los equipos donde actúa, a cobrar como un jugador de primera, y a que nadie se atreva a ponerle fin a su carrera.
Ogro, Búfalo, Tanque, Indio, Toro; apodos que sirven a la perfección para retratar a estos jugadores que supieron sacar provecho de su contextura física aparentemente inapropiada para la actividad deportiva profesional y que se desenvolvieron con soltura dentro de una cancha de fútbol, a pesar de los kilos de más, de los insultos propios y ajenos y del "que dirán"; pero, principalmente, que nos habilitan a nosotros, los del tablón, a comer y tomar un poco más de lo recomendado y presentarnos a jugar sin inhibiciones nuestro picadito semanal y decir como León Gieco: "¿Gordo yo? Nooo".
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