"El futuro ya llegó" cantaba el Indio Solari con sus Redonditos y esa frase viene al dedillo para graficar la angustiante realidad que vive el fútbol de nuestro país en materia económica. Y era de esperar que un día llegue la debacle que año tras año iba anunciándose y daba muestras de estar cada vez más cerca, y que todos los futboleros de nuestro país (y en el término incluyo a todos los actores: jugadores, dirigentes, hinchas, prensa, empresarios) intentaban eludir mirando para otro lado.
La crisis financiera desatada a fines del año pasado, que golpeó a todo el mundo y especialmente a nuestro país (por más que nuestra presidenta había dicho que aquí no lo sentiríamos) repercutió especialmente en las empresas que destinaban algún dinero a los clubes como inversión publicitaria y esa falta de sponsoreo acarreó como consecuencia la dificultad para armar los planteles y sanear las ya castigadas arcas de los clubes.
Para palear el déficit las instituciones debieron, una vez más, echar mano a sus activos que no son otros que los jugadores, los más destacados de los equipos, y venderlos más por necesidad que por convicción, a un precio menor de lo que hubieran podido recaudar en tiempos normales.
Para los mismísimos players, la coyuntura parece favorable ya que ellos se marchan contentos a otros países en busca de la famosa "diferencia económica" que les otorga una mejor remuneración y un tipo de cambio favorable pero la mencionada crisis salta a la vista cuando vemos que para obtener el anhelado rédito económico que no pueden conseguir en Argentina deben emigrar a países de segundo orden futbolísitico como Grecia, Portugal, ó los europeos del este y si llegan a un país del primer mundo, lo hacen a equipos de poca monta, con escasas chances de trascender.
Y en nuestro país queda la sobra, los que por impericia ó edad quedaron fuera de la primer selección, la resaca que se complementa con jugadores de divisiones menores que, como nunca en esta temporada, pudieron dar el salto tentado por las luces que ofrece la primera división, aunque a sabiendas que es muy probable que tengan los mismos problemas para cobrar que en su club de origen y nutriendo a una liga profesional que alguna vez fuera de elite, de una calidad cada vez más berreta.
Hoy nos encontramos con que más del 80% de los equipos de Primera División tienen deudas de campañas anteriores y les cuesta horrores poder rearmar sus planteles. El mejor ejemplo son los clubes denominados "grandes" que siempre nos tenían acostumbrados a grandes movimientos de mercado, cosa que fue decayendo poco a poco para terminar como los encontramos hoy: River: vendiendo a su jugador estrella Falcao y sin poder incormporar a nadie; Boca: reduciendo el sueldo a jugadores, malvendiendo a una de sus figuras, Palacio, y mirando al Nacional B para reforzarse; San Lorenzo: con trece bajas, intimaciones varias y sin refuerzos a la vista; Independiente: sin incorporaciones y vendiendo a su jugador estrella, Montenegro, al fútbol mexicano; y Racing: con un plantel de quince profesionales y aun sin un arquero. Si los más poderosos tienen problemas, ¿qué les queda a los más humildes ó peor aun, a los de las categorías menores?
Irremediablemente, surge aquí un paralelismo con los ocurrido en nuestro país con la Liga Nacional de Básquet. Luego de la explosiva crisis económica del año 2001, los equipos se desmembraron, los jugadores mayores se fueron en su mayoría a jugar al extranjero y esos cupos fueron reemplazados por juvaniles que en otras épocas nunca hubieran llegado a jugar en primera. Los equipos perdieron calidad y la falta de sponsoreo llevó a los equipos a decretar un "sálvese quien pueda" teniendo como casi único recurso el conseguir un "mecenas" que ponga el dinero necesario para solventar las campañas. Ese aportante, que podía ser un empresa privada, un particular ó un ente estatal era la única diferencia que podían esperar los clubes, el que mejor aportante conseguía, mejor campaña hacía.
El fútbol argentino, que no puede quedarse ajeno a las vicisitudes económicas, hoy va camino a una realidad similar y se encuentra como el Básquet del 2001 y para esta temporada nos espera a los espectadores de todas las categorías, como nunca, tener que conformarnos con ver equipos formados por gran cantidad de jugadores juveniles, por jugadores mayores de bajo nivel ó de edad avanzada lo que traerá aparejados espectáculos de bajo nivel, fútbol muy chato y que de seguir así, va camino a la desaparición, tal como sucede con las categorías de ascenso de Básquet de Liga Nacional que este año deberán unificarse para poder tener competencia.
Es de esperar que una vez que pase este fragor de pretemporada, a nivel dirigencial se tome al toro por las astas, se enfrenten las complicaciones surgidas por la economía y se pongan en marcha las acciones necesarias para empezar a reconstruir nuestro fútbol antes que las ruinas lo sepulten del todo.
Etiquetas: Informes