LA PICADORA DE CARNE NO RESPETA CURRÍCULUMS
La vorágine en que está sumida nuestro fútbol actualmente, hace que los dirigentes de los clubes busquen para ocupar el puesto de Director Técnico, a figuras reconocidas en la institución, ya sean ídolos ó simples ex jugadores de la misma. Con estos movimientos, se busca que el hincha se sienta identificado con la persona que será la encargada de comandar las acciones del equipo y de paso que sea alguien con “espalda” para aguantar hipotéticos malos momentos.
Esta “moda” hoy es casi moneda corriente en Argentina, pero proviene de muchos años atrás. Si mal no recuerdo, por ejemplo, River en 1975 tuvo que recurrir a don Ángel Labruna para poder salir de la sequía de 18 años sin títulos, Boca trató de capear el temporal de malos resultados de 1980 contratando a Rattín como DT y ante el fracaso de éste continuó su política confiando en Silvio Marzolini, que lo sacó campeón. Más acá en el tiempo (fines de los ochenta), mientras Rosario Central contrataba una vez más a Don Ángel Zoff, otra vez River convulsionado por los fracasos consecutivos de Griguol y Menotti, confió la dirección técnica del primer equipo en dos hijos dilectos del club como el Beto Alonso y Reinaldo Merlo, donde le fue bastante bien hasta la renuncia por temas extra deportivos de éstos, a los que le sucedió el buen estreno en el banco de Daniel Passarella con la historia ya conocida
De ahí en más, fueron muchos los equipos que intentaron está política con diferentes resultados. Entre los mejores, podemos recordar la gestión de Ramón Díaz en River ó Carlos Bianchi en Vélez, pasando por otros que combinaron éxitos y fracasos como la de Gallego ó Astrada en River, la de Insúa en San Lorenzo y hasta podemos ejemplificar algunas malas experiencias como la de la dupla Bochini – Fren ó la de Daniel Bertoni en Independiente, Fillol ó Teté Quiroz en Racing , Zamora en Newells y hasta Toresani en Colón, entre otros.
Esta “moda” hoy es casi moneda corriente en Argentina, pero proviene de muchos años atrás. Si mal no recuerdo, por ejemplo, River en 1975 tuvo que recurrir a don Ángel Labruna para poder salir de la sequía de 18 años sin títulos, Boca trató de capear el temporal de malos resultados de 1980 contratando a Rattín como DT y ante el fracaso de éste continuó su política confiando en Silvio Marzolini, que lo sacó campeón. Más acá en el tiempo (fines de los ochenta), mientras Rosario Central contrataba una vez más a Don Ángel Zoff, otra vez River convulsionado por los fracasos consecutivos de Griguol y Menotti, confió la dirección técnica del primer equipo en dos hijos dilectos del club como el Beto Alonso y Reinaldo Merlo, donde le fue bastante bien hasta la renuncia por temas extra deportivos de éstos, a los que le sucedió el buen estreno en el banco de Daniel Passarella con la historia ya conocida
De ahí en más, fueron muchos los equipos que intentaron está política con diferentes resultados. Entre los mejores, podemos recordar la gestión de Ramón Díaz en River ó Carlos Bianchi en Vélez, pasando por otros que combinaron éxitos y fracasos como la de Gallego ó Astrada en River, la de Insúa en San Lorenzo y hasta podemos ejemplificar algunas malas experiencias como la de la dupla Bochini – Fren ó la de Daniel Bertoni en Independiente, Fillol ó Teté Quiroz en Racing , Zamora en Newells y hasta Toresani en Colón, entre otros.
El último caso de fracaso como el de Burruchaga en Independiente consumado hace pocos días me lleva a pensar que esta metodología de trabajo ó de opción es un arma de doble filo. Porque si bien los objetivos de identificación y “aguante” buscados en primer medida se cumplen, trae otros riesgos aparejados por el mismo desgaste que produce el puesto con la gente y los jugadores de turno. Seamos realistas: hoy por hoy, en nuestro país por lo menos, no hay un DT que sea eterno en el puesto y la mayoría de ellos entran anchos y enteritos a los equipos y salen con el currículum hecho pedazos. A la hora de ser directores técnicos, los ídolos ó referentes se exponen a un alto riesgo: el de perder la admiración y hasta la idolatría de su gente y con eso, en el fútbol, no se juega.
Etiquetas: Informes
4 Comments:
está bien, es verdad que ponen en juego su idolatraía o identificación con el club pero a raíz de la falta de memoria reinante tambien existe la posibilidad que despues de un tiempo prudencial vuelvan a veces hasta pedidos por los propios hinchas
pachi, mi opinión es que estos técnicos asumen muchos más riesgos que posibles beneficios. Como hincha de River me ha dolido mucho ver a glorias del equipo siendo insultados como técnicos, y no se salva ninguno: Merlo, Astrada, Gallego y hasta los exitosos Ramón Díaz y Passarella han sido insultados. Cuando un equipo anda mal, siempre se la agarran con el técnico. Entiendo, insisto, que es demasiado riesgo. Ahora, también de algo hay que vivir...
Saludos
nariz: lo de "pasarella exitoso" es una joda ¿no?
me refería a su ciclo anterior, pachi...
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