“En el marco de esta confrontación deportiva, caracterizada por su caballerosidad, en el marco de la amistad entre los hombres y los pueblos y bajo el signo de la paz declaro oficialmente inaugurado este onceavo Campeonato Mundial de Fútbol 1978”. Con estas sugestivas palabras, el por entonces presidente de la Nación Jorge Rafael Videla, inauguraba la competencia el día 02 de Junio y tras cartón más de mil estudiantes vestidos totalmente de blanco, realizaban el acto de presentación en el mismísimo campo de juego del estadio de River Plate con un esquema gimnástico donde formaban la palabra FIFA, Argentina, el logo oficial y la Paloma de la Paz, en lo que dicen fue la presentación más linda de toda la historia de los Mundiales.
El partido inaugural lo protagonizaron Alemania (último campeón) y Polonia empatando 0-0. Ambas selecciones compartían el grupo B junto a Túnez y México. El grupo C era formado por Austria, Suecia, España y Brasil; y el grupo D por Perú, Holanda, Escocia e Irán. El seleccionado Argentino era cabeza de serie del Grupo A donde también participaron Italia, Francia y Hungría en lo que los entendidos denominaron “el grupo de la muerte”, afirmación que Cesar Menotti casi compartió al declarar, justo al finalizar el sorteo realizado en enero de 1978 en que se conocieron los rivales:
“esperemos que la suerte que no nos acompañó hoy, nos favorezca en el campo de juego”.El primer partido de la selección Argentina fue el mismo día de la inauguración en horario nocturno. El rival fue Hungría que demostró ser tan complicado como se preveía y desnudó algunos errores en el equipo criollo que rápidamente se vio en desventaja tras un gol de Csapo a los 10 minutos de juego. Afortunadamente, Leopoldo Jacinto Luque centrodelantero que jugaba en River Plate, empató cinco minutos más tarde. El quiebre en el marcador, demoró en llegar y casi como corolario de lo que fue el partido todo, tras una arremetida de Kempes y un exquisito taco dentro del área del ingresado Norberto Alonso, Daniel Bertoni marcó el segundo gol argentino, faltando siete minutos para finalizar el match. El primer y siempre difícil primer paso estaba dado.
Cuatro días más tarde, llegaría el turno de Francia. El partido, trabado como el anterior, no tenía un dominador claro hasta que casi al terminar el primer tiempo, el árbitro suizo Jean Dubach, convalidó un discutible penal a favor de los locales tras una mano dentro del área de un defensor francés que Daniel Passarella convirtió para irse ganancioso al descanso. La sorpresa llegaría a los 15 minutos del segundo tiempo cuando tras un rebote en el travesaño, el joven Michel Platini empataría el marcador. Ya casi a los 75 minutos de juego, Luque se calzaría nuevamente el traje de héroe para marcar el segundo gol tras un excelente remate desde afuera del área. Argentina vencía otra vez 2-1 y se venía Italia.
El 10 de junio se veían las caras los dos punteros del Grupo A. Como era de esperar ningún equipo dio ventaja y salió un partido muy cerrado en que Argentina careció de ideas ofensivas y sucumbió ante la efectividad de Bettega, inefable delantero italiano que marcó el único gol del encuentro a los 67 minutos del mismo. Italia se quedaba con la primera ubicación y Argentina debía ir a jugar la segunda ronda a la sede de Rosario.
El cambio de sede fue en definitiva algo bueno para el equipo de Menotti. Tiempo más tarde y reconocido por los mismos jugadores, el apoyo que la gente le brindó al equipo en las calles y en el estadio mismo repercutió favorablemente en el ánimo del equipo que se sintió más a gusto que en Buenos Aires y pudo desarrollar el juego que le exigía el entrenador. El grupo “2” de segunda ronda, con sede en Rosario y Mendoza estaba conformado, además de Argentina, por Polonia, Brasil y Perú; mientras que en el grupo “1”, con sede en Buenos Aires y Córdoba, habían quedado Italia, Alemania, Austria y Holanda.
El 14 de Junio Argentina enfrentó a Polonia y ese partido significó, además de una victoria importantísima, el despegue del que en definitiva sería el mejor jugador del certamen: Mario Alberto Kempes. Fue 2-0 a favor del equipo albiceleste con dos goles del número 10 quien era la figura del equipo (el único que jugaba en el exterior) y hasta el momento no había podido marcar diferencias. “El Matador” llegó hasta a afeitarse sus pomposos bigotes, muy de moda por aquellos tiempos, con tal de cambiar su mala racha, y se ve que esa actitud le fue positiva porque además de los dos tantos, se dio el lujo de evitar uno sobre la línea de su propio arco, volando como el mejor de los arqueros y despejando la pelota con el puño, convirtiendo un penal que Fillol se encargaría de atajar, cuando todavía el partido estaba empatado. Por suerte para los argentinos, todavía no estaba la regla de que un jugador que comete una mano intencional debe ser expulsado.
Cuatro días más tarde llegaría Brasil con toda su mística a cuestas y para nuestro seleccionado sería sin dudas el peor partido del campeonato, que no perdió por poco y que, tras el empate en cero, generó el enojo del técnico Menotti con sus dirigidos. “Me fui muy decepcionado de la cancha...a mi me defraudan los equipos que no intentan hacer los que saben...lo que me preocupa es que no jueguen con alegría, que no respeten su vocación” fueron, entre otras, las palabras del DT a sus jugadores, que mostraron a las claras la filosofía del entrenador y trataba de reprender y al mismo tiempo arengar para lo que venía, que a priori sonaba como muy difícil.
Y lo que venía era Perú, que tras una muy buena primer ronda (la había ganado a Escocia e Irán y empató con Holanda) había decaído notablemente en su juego y había perdido sus dos partidos de segunda rueda. La cuestión era que Argentina debía ganar por cuatro goles de diferencia ya que Brasil había hecho lo propio frente a Polonia, ajusticiándolo por 3-1. Y en el partido que más suspicacias y controversias acarreó de la historia de los Mundiales, el equipo local hizo su trabajo venciendo 6-0 con dos goles de Kempes, dos de Luque, uno de Tarantini y otro de Housemann. Mucho se ha hablado acerca de este encuentro y mucho se hablará, lo cierto es que nunca nadie dio precisiones acerca de supuestos sobornos, barcos con trigo ó préstamos de dinero sin interés de un país hacia otro. Las únicas certezas que se tienen es la visita del presidente Videla al vestuario peruano, donde saludó y dirigió unas palabras a los jugadores y el buen juego ejercido por la esa selección en los primeros minutos del match, donde llegaron pegar un disparo en el palo del arco de Fillol y a errar un gol “cantado”, hasta que Kempes marcó el primer tanto y desde ahí el equipo local se tranquilizó y arrolló a su rival. ¿Qué más puede decirse de aquel partido? Nada ya, a treinta años de haberse jugado, pero las palabras del jugador peruano Manzo sirven como resumen:
“si hubiéramos jugado ese partido diez veces más, nos hubieran goleado las diez veces”. Argentina volvía a Buenos Aires con la satisfacción del deber cumplido, el arco invicto y un juego más aceitado que en la primera fase lo que lo ubicaba con chances para enfrentar a Holanda en la final. Y el destino aguardaba al equipo para escribir su primer página dorada y ubicarlo en la historia grande del fútbol.