DE MEMORIA: RECORDANDO LA HAZAÑA

Hazaña: 1. f. Acción o hecho, y especialmente hecho ilustre, señalado y heroico. (Definición del diccionario de la Real Academia Española).

El 04 de junio pasado se cumplieron 20 años del ascenso de Atlético de Rafaela a la segunda categoría del fútbol argentino, denominada por entonces como "Nacional B" y para los hinchas de "La Crema" y los futboleros que pudimos vivir aquella gesta, el recuerdo sigue muy fresco en nuestra memoria.

Como olvidar a aquel equipo que recorrió aquel viejo "Torneo del Interior" de punta a punta sin perder un solo partido, manteniéndose invicto por veinticuatro cotejos.

Imposible desterrar de la memoria a aquella formación que se repetía y aún se repite, casi como un verso obligado para los cremosos: Marino; Fertonani, Levrino, Querini, Berzero; Bernasconi, Alfaro, López; Giordano, Fuentes, Poelman.

También recordamos a los que apoyaban desde afuera y no desentonaban cuando les tocaba jugar: Podio, Fontana, Riberi, César, Sánchez Astrolog.

Y obviamente el reconocimiento al Cuerpo técnico: Horacio Bongiovanni, el mentor del sueño, el primero que creyó que era posible lo que parecía imposible.Y a sus ayudantes: el profe Chiarelli, los médicos, los kinesiólogos, los utileros (todos identificados con el club) y hasta el gran Aldo "Cañún" Solari como "aguatero".

Y para ser justos, también debemos recordar a los que actuaron en la primer fase del campeonato: Eduardo Gentile como entrenador, y jugadores que vinieron a préstamo desde otros clubes: Walter Gomez y Osvaldo Mazo, provenientes del archirival local, el club Nueve de Julio, y el gran Pablo de las Mercedes Cárdenas que tiró sus últimos cartuchos en el Monumental de barrio Alberdi.

Aquel torneo, decía, sigue fresco en la mente de los hinchas y nadie olvida aquellos partidos donde Atlético se mostraba superior a sus rivales de turno. Pero todos también hoy recuerdan lo díficil de las últimas tres fases, definiendo siempre de visitante ante rivales muy incómodos: Estudiantes de Río IV en cuartos de final al que se le ganó en ambos partidos; Laferrere en semis (quizás la llave más difícil de todas) con el que se empató 0-0 tanto en la ida como en la vuelta y se terminó definiendo a penales, cuando "Caio" Marino fué inmenso atajando el último de la serie; y Atlético Ledesma de Jujuy, en la serie final al que se impuso con autoridad con sendos 3-1 y 3-0.

Todavía recuerdo, me vienen imágenes de un campeonato del cual no me perdí partido en los que Atlético jugaba de local. El estadio, que a medida que pasaban las etapas le iban agregando tribunas "tubulares" con tablones de madera porque quedaba chico, la jerarquía que derrochó Cárdenas plantado en la defensa del equipo del la primer fase, la dinámica de todo un equipo, las arengas del capitán Alfaro (ya se asomaba un DT) para sus compañeros; la cábala de jugar los primeros tiempos con la tradicional camiseta a bastones celestes y blancos y los segundos tiempos con una divisa azul con números plateados, similar a la que había usado la selección nacional años antes en el Mundial de México. Inolvidables Marcelo López y Carlos Fuentes, estratega y goleador del equipo respectivamente, a quienes les sobraba paño para la categoría, la incertidumbre de ir a jugar a estadios desconocidos y de mal ambiente como en Río IV y Laferrere, la emoción de los viejos hinchas que se tomaron revancha de aquella vieja eliminación del viejo Torneo Nacional por sorteo, la caravana de bienvenida al equipo que retornaba campeón desde Jujuy, el saludo de los jugadores desde el balcón de la municipalidad local, emulando una vez más a los Campeones de México 86´.

Recuerdos, imágenes y emoción que hacen que mientras escribo esto se me erize la piel. Vivencias que siempre estarán en mi memoria, que podré contar a mis nietos y que hoy a 20 años de distancia para muchos hinchas actuales (especialmente los más jóvenes) no tengan la relevancia que realmente tuvo y que para nosotros, los que lo vivimos de cerca, sea considerada una verdadera hazaña futbolística.