CONFESIÓN
Desde que me había puesto de novio con Verónica que había tomado distancia de ella y ya no la frecuentaba como antes. Y claro, cada vez que nos encontrábamos, Verónica me hacía escenas. Yo al principio me enojaba, después me fui acostumbrando a sus planteos, pero un día tuve que decidir: Verónica ó ella. Y a Vero la amaba, siempre la amé y por lo tanto con ella cada vez nos vimos menos y casi a escondidas.
De casados la cosa se puso más difícil. Al lado de nuestra nueva casa había un terrenito y, junto a otros pibes, ella venía y pasaba varias horas allí. Y Verónica la veía y me lo decía. Yo hacía como que no importaba, pero me moría de ganas por cruzar el tapial para estar con ella. La extrañaba, si, pero no quería molestar a mi esposa, no quería fallarle.
Pasó un tiempo y un día Verónica me despertó de la siesta: mirá, me dijo, mirá por la ventana y la vas a ver...ella entró a nuestro patio. Me levanté de un salto y vi justo cuando uno de sus nuevos amigos la sacaba de allí, a sabiendas que ese lugar no le correspondía. Ahí mi señora explotó: ¡No la quiero más por acá! Me dijo. Y continuó: si aparece de nuevo le clavo un cuchillo. Quise calmarla, pero fue inútil.
Salió al patio, y se sentó a esperar. Paciente, fría, con la mirada fija en nada, ahí conocí los ojos de una asesina. Y el momento tan temido, llegó: ella nuevamente en nuestro patio, buscándome. Pero se iba a encontrar con Vero, que muy enojada, la rodeó con su brazo izquierdo mientras que con el derecho maniobraba esa cuchilla brillante y afilada como si fuera una experta.
No pude contenerme: ¡Soltala! Le grité mientras llegaba corriendo. No lo hagas por favor, le dije en mejor tono, mientras le tomaba la muñeca derecha y la alejaba de ella. La abrasé mientras Verónica se iba casi llorando; la acaricié, disfrutando ese reencuentro después de tanto tiempo, justo cuando uno de sus nuevos amigos se asomaba por sobre la pared:
-Don, ¿me devuelve la pelota? Me pidió.
Le pegué un zurdazo de chanfle, como en mis mejores épocas, para que ella traspase el tapial, quede en libertad y vuelva con esos pibes que tal vez dentro de unos años sepan defenderla mejor que yo.
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